Camila es una adolescente de 13 años que adora patinar sobre hielo. Las piruetas en la vida son aprendizajes diarios, pasión y disciplina para alcanzar el sueño de representar a México en competencias internacionales.
En temporada decembrina recorriendo el Centro Histórico de la Ciudad de México, una niña de cinco años abría los ojos de emoción al ver las múltiples luces, pero no las navideñas, en el corazón de Camila se instaló la pasión del patinaje sobre hielo. Se puso los patines en sus pequeños pies y se arrojó a la aventura.
En su tierna infancia probó distintas disciplinas deportivas, ninguna le trae tanta felicidad como traer los patines puestos, correr y hacer piruetas. Concretar una rutina retando al cuerpo y disfrutando cada movimiento es muestra de resiliencia.
“Lo que yo siempre digo es: ‘si te caes, te levantas y sigues adelante porque del piso no pasas’. Patinar es una emoción muy significativa porque es emoción y confianza de que puedo lograr lo que me proponga, que tengo muchas capacidades y que patinar es lo que me gusta”, nos explica.
Camila comenzará a cursar su segundo año de educación secundaria, se ha trazado metas a corto, mediano y largo plazo en su carrera del patinaje. Sin embargo, va por cada uno de sus objetivos paso a paso. Reconoce que lo que más la desafía es estar sentada y callada en sus clases escolares.
Observa que muchas compañeras están preocupadas por su físico, en lugar de alimentar su corazón y sus sueños. En contraste, ella busca nutrir su cuerpo, su mente, su corazón y espíritu: “Hay que nutrirnos, comer de todo para no tener lo mismo en el estómago, debes probar algo diferente. Yo estoy muy de acuerdo con mi cuerpo. A veces digo: ‘miss esto no me va a salir’ (la rutina), pero de repente sale (el movimiento) con mucho entrenamiento y práctica diaria, comienzan a ser más fáciles”.
La pequeña – gran deportista es muy disciplinada, todos los días despierta muy temprano, cuando todavía no aparece el astro rey. Y emprende el viaje desde Toluca a la capital del país para encontrarse con la pista y aprovechar cuando está vacía.
“Donde yo vivo solo hay una pista, había dos, pero cerraron una. La pista (que queda) no tiene la infraestructura necesaria para una deportista de alto rendimiento. A las 6 de la mañana tengo mis entrenamientos en la pista de Santa Fe. Siento que (las autoridades y empresas) deberían de tomar en serio los sueños de las niñas que quieren llegar alto en el mundo del patinaje. Estoy de acuerdo con Santa Fe que hay una pista con el reto del alto rendimiento”.
Karime, su madre, la define como “un ser que vibra diferente, muy espiritual. Es una niña deportista, un ser humano de mucha luz. Llegó al patinaje pasando por todas las actividades conocidas en el mundo, hizo futbol, taekwondo, jazz, telas y algún día se me ocurrió llevarla a la pista de hielo que colocan en el centro histórico (CDMX) todas las navidades, sin imaginar lo que nos auguraba. Yo la llevé para un momento de esparcimiento y ahí encontró su pasión”.
Después del arduo entrenamiento matutino, la adolescente sigue su jornada con sus estudios de secundaria. Ambas actividades son prioritarias para ella y su familia. Se ha logrado un balance entre lo académico y la pasión deportiva.
“Tener un 360, no solo deportivo, la pasión, sino también su vida afuera de la pista, que pueda socializar, estar conviviendo con niñas de su edad, hacer otro tipo de actividades multidisciplinarias dentro de la escuela”.
La atleta se ubica en el sitio 3 por la Unión Internacional de Patinaje Artístico (USI, por sus siglas en inglés) cuenta ya con 6 medallas de oro, 4 de plata y 5 de bronce en patinaje artístico, categorías Ice Skaster, Debutantes y Básicos. Camila recién participó en un concurso de jazz, actividad que también le entusiasma. “Fue una experiencia diferente porque era un grupo, no todo dependía de ella, fue otra forma de competir sintiéndose más abrigada”.
Los ojos de la patinadora están puestos totalmente en las “competencias fuera de mi país para ir dando oportunidades a México para obtener una medalla olímpica”. Es el sueño de Camila Bouchan Quintero y va tras él.
Texto: Adriana Luna / Fotos: Especial