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MOÑOMEX, El único diamante hecho de tela

Adán Manuel Rodríguez es un ingeniero en sistemas y audio, diseñador gráfico y apasionado rockero, que toca música de mariachi. Y desde hace 17 años ¡te pone sus moños!

Adán Manuel Rodríguez es un ingeniero en sistemas y audio, diseñador gráfico y apasionado rockero, que toca música de mariachi. Y desde hace 17 años ¡te pone sus moños!

Desde su adolescencia es amante de la música. Su papá le enseñó a tocar guitarra a los 10 años, y a los 12 años cuando comenzó con el maestro Jorge Alcantar Jaramillo en estudiantinas, siguió con rondallas, grupos de rock, norteños, New Age, versátiles y mariachi.

Hoy toca con el Mariachidísimo, “es un grupo reducido de músicos que tenemos la flexibilidad para tocar todo tipo de música. Yo soy el rockero del grupo, Mario y Óscar Espinoza son los reggaetoneros y músicos de corazón, tenemos salsa, merengue. Todo tipo de música”, nos explica Adán.

Hace 17 años se casó con Silvia Gómez, quien pertenecía al grupo de mariachi femenil Azalea. Ella había aprendido a hacer moños para mariachis con

“Ella tenía mucho respeto a la creación de moños y a su maestro, aunque le solicitaban que vendiera moños no aceptaba por ese respeto. Fuimos a la Plaza de los Mariachis en el Barrio de San Juan de Dios a pedirle permiso a su maestro, él dijo: ‘el sol sale para todos, eres muy buena en lo que haces, ¡adelante! Y así iniciamos”.

Así con manos mexicanas, una mesita, dos tablitas y una máquina Singer crearon la empresa Moñomex que está en el sector de manufacturero de accesorios charros desde hace 15 años.

“Comenzamos vendiendo un juego de moños al mes. Fue evolucionando la empresa, se fue corriendo la voz de la calidad del moño, fuimos creciendo y ya somos una empresa internacional. Tenemos piezas con grandes mariachis desde Perú hasta Canadá y desde Puerto Vallarta hasta Japón, de Bruselas a Croacia. El mariachi Yerusalem trae nuestros moños”.

¿Cuál es el secreto para el éxito empresarial y convertirse en exportadores de moño?

El amor en cada creación, cada moño tiene un significado especial por el material, el diseño y los bordados. La atención integral al cliente, comprender lo que quieren transmitir al público. Al ser músico versátil y diseñador, Adán conoce la base de cualquier género musical, se crean diseños personalizados. Es decir, el arte es total.

“Es conjunción de sentimientos, arte, vista, diseño. Nosotros hacemos el moño desde cero, no sólo para mariachi son infinitas opciones. Por ejemplo, extranjeros tienen moños en un pedestal como agradecimiento, lo toman como si fuera un pedacito de México. ¡Qué mejor que un moño, tan emblemático para un mariachi! Tiene demasiadas buenas vibras. Cuando un mariachi canta donde primero pegan las vibras de su voz es en el moño y de ahí a los oídos del público. Los diseños del moño se trabajan puntada por puntada y lo que imaginen se puede bordar”.

La pandemia fue un desafío

Durante la pandemia todos los espectáculos se suspendieron, así que no tenían trabajo ni como mariachis, ni como moñeros. Pero se les prendió el foco, urgían cubrebocas, así que se pusieron a hacerlos. El hit fue hacerlos personalizados y llovieron los pedidos empresariales, al grado de darle trabajo a todos en el popular barrio de Santa Teresita de Guadalajara.

“Al inicio no sabía hacer cubrebocas, hice un diseño que le llamé ‘Subcero’ como el personaje de caricatura que traía una protección que le tapaba toda la nariz, desde los ojos hasta la barbilla. Tuvo muchísima aceptación porque tapaba la entrada al virus, pero te dejaba respirar y no empañaba lentes. Muchas personas se quedaron sin trabajo, nosotros contratamos a señoras y personas de la tercera edad en la colonia, pasamos dos meses sin dormir había tres turnos para solventar el volumen de cubrebocas, pedían 50 mil de un día para otro”.

El pago a todos los trabajadores era diario y en efectivo, “las personas que sabían coser eran personas de 40 a 50 años, venían a ayudar. Los adolescentes volteaban corbatines, otras personas planchaban, los adultos mayores ayudaban a poner los resortes. Al mes todos los materiales comenzaron a escasear, teníamos que comprarlos como si fuera droga, teníamos que comprar a sobreprecio y aún así teníamos que solventar los pagos de los trabajadores. Yo no quise hacerme rico, sólo darle trabajo a la gente. Nos dio la satisfacción de que ya sabemos hacer cubrebocas y ayudamos al vecindario”.

Hoy, ya no fabrican cubrebocas, regresaron a la fabricación de moños para mariachis. Cuando los jefes feudales españoles llegan a México, lo que hacen es mandar a los indígenas ‘a la labor’ (campo) y al regresar los ponían a tocar para ellos. El traje de charro y de mariachi es una evolución del traje de luces del torero, traían botonadura de plata.

“Todo el traje de mariachi fue servicial, al pasar por los huizachales el ornamento los protegía de las rasgaduras de ropa, los indígenas se hacían sus propios adornos con carne de vaca, de ahí salió el ‘greckeado’, traían camisa blanca porque era lo más barato y un pañuelo rojo para no manchar la camisa de amarillo (sudor). Siempre era rojo porque si se cortaban no se veía la sangre (en la camisa blanca)”

Con el paso del tiempo, el pañuelo rojo se transformó en un corbatín “ya más estilizados, más bonitos, evolucionó al moño que conocemos. ¿Quién iba a pensar que ese pañuelo comenzó para hacerse un torniquete? Una reparación menor del cuerpo lastimado y para no mancharse la camisa con la mezcla de sangre y sudor. El fajo era una riñonera, el sombrero era el casco que debería quebrarse en lugar del cuello y que tu cabeza no toque el piso. Todo en el traje de charro tuvo una utilidad, pero hoy es ornato, ya no es de charro, es de mariachi”.

Adán sostiene que el traje de charro es un patrimonio nacional en sí mismo, ya que en cualquier lugar del mundo donde se pare un mariachi de inmediato es representación de la cultura mexicana.

“Para mí, el moño le da vida al traje de mariachi. El traje en sí tiene vida propia, por eso es un patrimonio intangible nuestro, de México y la humanidad. Nos representa en el mundo. Al mariachi, el tequila y a Michael Jackson todo el mundo los conoce. El moño es el único diamante hecho en tela, es alta joyería en accesorio charro. Todo el amor lo imprimimos en un diamante que engalana el traje de charro”, finalizó.

Texto: Adriana Luna / Fotos: Neghit Delgado

 

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