Leticia creció entre agaves, en el campo propiedad de su padre ubicado en la zona Valles de Jalisco. Aunque siempre había agaves plantados, nadie los compraba hace unas décadas porque el tequila no era una bebida popular.
“Siempre mi papá tenía plantado agave entre zurco y zurco. No sembrábamos en toda la parcela porque antes no se vendía mucho el agave», recuerda.
La familia Hermosillo se dedicaba a plantar maíz y frijol. Ella desde los seis años ayudaba a sembrar semillas. Las jornadas eran extenuantes, tenía la piel quemada por los rayos del sol abrazador. El pago que recibía era un costal del grano durante la cosecha y ella debía venderlo.
Al caminar entre los zurcos era común que se picara con las puntas del agave sembrado, nunca imaginó que al paso de los años se convertiría en la primera empresaria tequilera de la región Valles de Jalisco.
«Nosotros crecimos entre agaves. ¡Sangrábamos! Nada más decíamos: ¡ay, me dolió! Ese dolor era normal para nosotros. ¡Lágrimas! Hubo momentos en que vendimos parcelas para comprar el terreno donde hoy es la fábrica de tequila. Vendimos agave a muy bajo precio, para poder subsistir”, añade.
No le tenía miedo a nada. Leticia recuerda que jugaba a ‘las batallas’, los protagonistas eran un alacrán y una tarántula, mientras ella era referi.
«Hacía un solazo y me puse a descansar. Con un palito los ponía uno encima de otro. Al final, ganó el alacrán. Le picó a la tarántula. Yo no tenía miedo y cuando los alacranes alzaban la cola yo aprovechaba para cortarles la lanceta y los agarraba. Entonces, se los aventaba al tío (para asustarlo). Así era, desde chica, nunca me dejé moldear», dice entre risas.
Aprendió a no intimidarse aunque la cosa se pusiera fea, tenía que ser valiente. Años después, contrajo nupcias con Gildardo, entonces el dinero escaseaba. Reconoce que en esa época lloró sangre. Sacaron fuerza de dónde pudieron, necesitaban forjar el futuro de sus hijos.
Le apostaron al tequila. Gildardo diseñó la fábrica y la construyeron con sus manos. Poco a poco la empresa fue creciendo. Leticia tenía talento natural para la administración, así que por un lado criaba a los hijos, y por otro, trabajaba en la fábrica tequilera.
“Era buena administradora, cuidaba el negocio como a los niños. ¡Ella lo iba a cuidar mejor que yo! No tengo desconfianza, de nada», explica Gildardo. Así que sin dudar la incluyó en el acta constitutiva de la empresa, como propietaria.
«Hay que ser humildes en esta vida, pero también el carácter te forja. ¡Empecé de ceros, limpiándome las lágrimas, y hay testigos! Ahora aplauden (los logros), pasamos de ser proveedores de piñas de agave, a ser industriales tequileros. Para lograrlo trabajamos, y cuando nos fue bien, no malgastamos, aprovechamos para comprar tierras. El trabajo desde niña, la gente nos vio toda la vida trabajando, así nos ganamos el respeto. ¡Yo soy agricultora de nacimiento! Después le dimos el giro a la agroindustria», dice orgullosa.
Tenía más de 40 años cuando Leticia regresó a la escuela para cursar la Licenciatura en Derecho Agrario. Sus hijos también se capacitaron profesionalmente y ahora cumplen diversas labores en la empresa exportadora de tequila. Leticia sostiene que se percibe como la diosa Mayahuel, que es madre pero también proveedora.
«A Mayahuel, diosa del agave, le cayeron las estrellas y se criaron sus hijos. Yo me siento Mayahuel y tengo mis cuatro hijuelos. ¡Soy la planta madre! Tenemos hijos, prolifera el campo, la plantación. ¡Eres una diosa, una madre que nutre a sus hijos! De acuerdo a la fortaleza de tus raíces, tu crianza, tu alimentación te vuelve una madre que da buenos hijuelos».
Actualmente, la empresa encabezada por Leticia exporta tequila a diversos continentes. Hoy, ya como abuela, acaricia sus recuerdos. Y cuando habla con su niña interior, se le enrojecen los ojos y aparecen lágrimas.
«¡Todo está bien! – pone el pulgar derecho hacia arriba-. Fue mucho sacrificio vivir del campo. Es el más difícil para trabajar: te quemas, te cortas, te espinas. También lo vivimos (el machismo), mi padre heredó tierras sólo a los hombres, cuando nosotras como mujeres también lo trabajamos. Ahí entendí los pensamientos de antes, heredaban a los hijos porque iban a ser los proveedores de sus familias ¿pero, y las hijas, qué? ¡Tuvimos que hacerlo nosotras! No fueron parejos. ¡Si todos trabajamos, todos merecemos! Pero les agradezco, porque ¡supimos hacerla! Mi mamá nos enseñó a trabajar en casa, y mi papá, en el campo. Mi madre fue muy dura con nosotros. La vida te hace dura. Pero disfrutas también del éxito».
El Consejo Regulador del Tequila tiene registradas casi 2,500 marcas de tequila (1,879 comercializadas en México y 615 registradas en el extranjero. El tequila en 2023 estuvo presente en 120 países del mundo. Este año se estima una producción superior a los 625 millones de litros de tequila.
El reto es regular plantación de agave para frenar excedentes y la deforestación
En los 181 municipios de Jalisco, Guanajuato, Nayarit, Michoacán y Tamaulipas -que conforman la zona de denominación de origen del tequila-, se pretende regular la plantación de agave para tener mayor control de la producción de pencas y evitar futuros desplomes del precio. Se contempla un registro regional de agaveros, se revisarán los cultivos y plantaciones de agave azul tequilana weber e incluso se planearían las temporadas de cosechas. Este reordenamiento territorial y de la actividad industrial incluye el respeto al medio ambiente.
“Quien no lo tome (el camino) se va a morir, no va a poder hacer nada. En la agroindustria del tequila hay una altísima conciencia, plantas de tratamiento, reconversión de energía fósil por renovable. El tratamiento de residuos, el tema del agua, se está haciendo todo un programa de resiliencia para poder tener movilidad, sustitución de los empaques, transporte”, enfatizó el director del CRT, Ramón González.
La meta es que en 2027 todo el tequila producido sea ARA. “Tener nuestra huella hídrica y de carbono cada vez con la mayor reducción posible… Tenemos un escenario donde nos puede sobrar agave porque alguna gente vendió su hotel para meter (el terreno) al agave, vendió su industria textil para meterlo al agave, sin ninguna vinculación. Cambió el maíz para vender agave”, subraya.
El CRT tiene registradas más de 440 mil hectáreas con agave azul tequilana weber en la zona con denominación de origen. En los últimos años la plantación descontrolada provocó el desplome del kilo del precio de agave azul, siendo hasta menor a 10 pesos.
En Guanajuato creció más de mil por ciento el número de agaveros.
El desorden en los campos agrícolas mexicanos ha provocado una proliferación descomunal de plantaciones de agave con graves repercusiones a la agroindustria tequilera. La secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial en Guanajuato, María Isabel Ortiz Mantilla reconoce: “tenemos un incremento de 1,160 por ciento de productores de agave en el Estado en los últimos ocho años. Tenemos en este momento 6,447 productores de agave tequilana weber. Tenemos un aumento en las plantaciones de 694%, por lo cual en este momento en Guanajuato hay 185 millones 808 mil 850 plantas de agave en 55 mil 748 hectáreas en los siete municipios con denominación de origen”.
La también presidenta de la Asociación Nacional de Autoridades Estatales advierte que con el desorden en la conversión de cultivos impera la deforestación.
“Nos preocupa la deforestación que se ha hecho en áreas naturales protegidas. Tenemos nueve denuncias en la Sierra de Pénjamo, seis denuncias en el Cerro de Palenque muy cerca de Jalisco y una en la zona de restauración de Purísima del Rincón”.
Hay 16 denuncias interpuestas en la PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente) por ese delito en Guanajuato, así que se trabaja para concientizar a los productores agaveros la importancia de respetar el medio ambiente. Y garantizar una producción ordenada de plantas de agave y la subsistencia de toda la industria tequilera.
Texto: Adriana Luna / Fotos: Especial