Germán Saúl Sánchez, «Duva», atleta olímpico, considerado uno de los máximos clavadistas que ha dado Jalisco. Las adversidades no lo vencen. ¿Cuál es su reciente medalla?
De su pecho se han colgado diversas medallas en Juegos Olímpicos, Panamericanos, Centroamericanos y en Campeonatos de Natación tras sus impecables saltos y clavados en plataformas desde 3 hasta 10 metros.
Duva ha sido inspiración para nuevos atletas no sólo por su indiscutible agilidad para hacer piruetas con su cuerpo mientras va en caída libre y entra en el agua de la piscina como una flecha, sino también en cómo superó lesiones que podrían impedirle representar a México internacionalmente.
Hoy el atleta dio un salto, en diferente plataforma mediante el documental Duva, presentado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Es la ópera prima del estudiante de 21 años que recién egresó de su licenciatura de Comunicación y Artes Audiovisuales en el ITESO, Jonathan Álvarez Peña (como director, productor y fotógrafo), resultando una mancuerna inesperada.
“Me abrí de la manera más transparente, Jonathan se pudo acercar de la mejor manera (al círculo íntimo): a mis entrenamientos, a mi casa. Todos lo recibieron super bien y todo eso hizo que la producción se pudiera disfrutar de muy buena forma. Como atleta el que hayan retratado esa última etapa de mi vida profesional, es algo que voy a tener para siempre”, nos cuenta el clavadista olímpico, quien confía en que la nueva generación de atletas se inspirará con su experiencia cuando vea el documental.
La idea de este seguimiento fílmico comenzó como un proyecto escolar, “quedé enamorado del proceso, del personaje, del acompañamiento… el proceso de un atleta para llegar a Juegos Olímpicos es rudísimo, no lo vemos porque siempre se repite la misma historia del super atleta que nunca la pasa mal, que nunca tiene malos días, pero ¡sí los tienen! Lloran, se frustran, la pasan terrible para que luego tú los veas en la tele ganando esa medalla en las Olimpiadas”, expresa el novel cineasta.
Jonathan Álvarez recién se graduó en el ITESO y se echa un clavado con Duva
Nadie imaginaba que con 32 horas de material filmado se lograría capturar la esencia de Germán, como el deportista, pero especialmente como ser humano. Sin escaleta de grabación, ni propuesta de intervención afloraron las emociones y amor que tiene a su hijo, vivir la paternidad es la mejor medalla que pudiera obtener.
“Siento que el alma de la película es que no hay intervención mía (a cuadro), y cuando la hay, porque hay que hacer evidente como una persona de 19 años que va empezando su carrera y alguien de 33 años, que la va terminando, se conocen y qué dinámicas hay entre ellos. Casi no hubo investigación previa. Yo empiezo la película sin conocer a Germán… siento que si me hubiera acercado como fan, hubiera sesgado la historia y hubiera vuelto sensacionalista la película”
“Acercarme como persona nos permite alcanzar matices mucho más profundos en la pieza…nos permite lograr algo más bello”.
En imágenes se puede llegar hasta el corazón del atleta de alto rendimiento, mientras luchaba por salir delante de una lesión fulminante en su rodilla para competir en unas olimpiadas antes de retirarse del deporte que le apasiona.
“No se trata de atleta que deja todo para ir a los Olímpicos, se trata de alguien que ya lo dejó todo en el pasado y ahora se está cuestionando si está dispuesto a seguirlo haciendo, porque eso implicaría perderse el cumpleaños de su hijo, o perderse los primeros pasos y las primeras palabras de su hija. Está empezando a preguntarse si desea cumplir con su gran meta y perderse todo esto”.
La narrativa de la película cambió por completo cuando se descubre el alma del humano y el asombro de un padre al asimilar la importancia de su existencia en la vida de otro pequeño ser. Además, el atleta culmina su carrera deportiva con una nueva ilusión, mientras un joven inicia su carrera anhelada de ser cineasta.
Texto: Adriana Luna
Foto: Especial
