Israel conoció a una joven hermosa, se enamoró tanto de ella que no dudo en compartir su vida, finalmente le pidió matrimonio. Al paso del tiempo, la infidelidad que le acompañaba, le costó su hogar. No era otra persona, era infiel por mirar pornografía.
Amante de la animación digital plasma con luces y sonido la historia y las tradiciones en las paredes de los edificios históricos de diversas ciudades. Mientras construía recuerdos en miles de personas, en la soledad de su hogar iba minando los cimientos de su vida.
“Me enamoré de ella, en cuanto la vi, ¡era la chica de mis sueños! Es muy linda, a ambos nos gustaba hacer ejercicio. Me casé a los 29 años, duré cinco años en matrimonio, pero 11 años de vida juntos. Yo ya traía la adicción del contenido para adultos y cuando buscaba intimidad no se daba, mi cuerpo no respondía”, recuerda con un rostro de pesadumbre.
Cuando un matrimonio se enfrenta a la disfunción eréctil suele suceder que la mujer sufre pérdida de autoestima al pensar que no es lo suficiente para ser amada. También se acusa a la pareja de ser infiel. Pero, muchas veces la infidelidad no es una persona sino una industria poderosa y cruel.
“Ella empezaba a llorar. Y yo al sentirme conflictuado, me iba a otro sitio para anestesiarme, en cuanto encendía la pantalla y veía esas imágenes de inmediato mi cuerpo respondía. Eso te confronta contigo mismo. Conviví con mi gran amiga, el porno, durante 26 años. Me alejé de familia, de amigos. Era fiel a la pornografía”.
El adicto al contenido para adultos, así como a cualquier otra sustancia, va requiriendo dosis más potentes.
“Buscas placer, no te das cuenta pero cada vez más buscas otro tipo de contenido más agresivo, violento. Muchas veces ya ni siquiera respeta tus gustos sexuales, ni tus valores. Quieres llevar eso a la realidad, y es cuando vienen las propuestas indecorosas a la pareja … La pornografía está fragmentando una sexualidad sana. En la última década ha incrementado 250%”.
Tras distintas terapias tanto emocionales y energéticas, Israel ha logrado recuperar el control de su mente y de su cuerpo. Ha conocido la conexión emocional con una pareja, pero eso le llevó años. Los varones comienzan a ver porno a los siete u ocho años, después hay un pico en la adolescencia alrededor de los 18 años, y otro pico, a los 40 años.
Israel todavía siente pesar al recordar cómo sufrió la persona que amaba porque su cuerpo ya no respondía con éxtasis. Sin embargo, la adicción silenciosa afectó no el cuerpo, después lo comprendió, era su mente lo que dominaba todo su ser.
Científicos y médicos concuerdan en que el consumo de pornografía provoca enormes daños mentales, fisiológicos y sociales. No importa la edad que se tenga. En el libro Pornografía una adicción silenciosa, Israel, desnuda su alma, su historia, para que su dolor sea útil a otras personas que están sumidas en este destructivo hábito.
En sus páginas incluye ejercicios que le ayudaron a recuperar el control de su vida, interiorizando tanto, hasta llegar a las heridas de su infancia. Era tan doloroso recordar que Israel ya había desistido de contar la historia, pero fue impulsado por su amiga Leticia Rodríguez a seguir para poder ayudar a más personas. Y eso lo ha comprobado al convertirse en conferencista, son múltiples las personas esclavizadas.
La industria de la pornografía es cruel, egoísta, a la que no le importa cuántas vidas destruya, siempre está en busca de carne fresca. Las adicciones son cárceles invisibles que esclavizan la mente y el cuerpo, va destruyendo lentamente la vida, las relaciones de pareja, los hogares y por ende, impacta a la sociedad.
“Una tercera parte de todo el contenido que se mira a nivel mundial on line, es para consumo de pornografía. En la actualidad el primer contacto de los niños con el porno es entre los siete y ocho años de edad. La participación de la mujer como espectadora del contenido para adultos ha incrementado en un 36%. La industria genera 80 billones de dólares anuales. En la red hay pederastía, violaciones, abusos crueles que cuando uno está inmerso en el hábito no se da cuenta de lo que implica”.
Israel está convencido que romper esta cruel adicción comienza con un paso saturado de coraje, para tener la valentía de continuar hasta ser libre.
Texto y fotos: Adriana Luna