Dolores fortísimos no solo consumían el cuerpo de Nereida -quien agotaba sus últimos momentos de vida por el cáncer que padecía-, también Clelia percibía una punzada en el corazón ante la incapacidad para ayudar a su madre. No había medicamento que menguara el dolor. Sin embargo, las dosis de sus melodías favoritas lograron lo inimaginable: permitirle partir en paz.
“Mi mamá murió prácticamente desangrada. Casi en coma porque traía un sagrado que no se detenía. Toda la noche antes de que muriera, cantamos. Era como una costumbre familiar, cantar para todo. Me acerqué a su cama en terapia intermedia, me acerqué a su cabeza y comencé a cantar las canciones favoritas. Ella no podía hablar, ya no podía abrir los ojos, pero se pasó guturando la canción. Eso fue lo que le acompañó a morir”, recuerda Cleila.
Lo mismo sucedió con Adelaida, hermana de Nereida, quien padecía Alzheimer. “Tuvo una supervivencia de muchos años, ya no te veía, era como si mirara al vacío, ya no hablaba, no se movía, tragaba alimento con mucha dificultad. Ella era amante de los tangos. Conseguí un disco de (Carlos) Gardel, ella conectaba con sus canciones y hacía ruidos guturales de estar cantando. Así murió, acompañada de música, hasta que dejó de respirar”.
Cleila está convencida que la música fue un anclaje para que su madre y su tía pudieran partir en paz de esta esfera terrestre. Esa tranquilidad no se las proporcionaba ni siquiera opioides, morfina. “La música hace maravillas con los humanos y con los animales”, sostiene.
La música puede hacer desaparecer el dolor ya sea por afecciones de salud como por procedimientos quirúrgicos y partos, confirman investigaciones médicas y estudios de las ondas sonoras y conexiones cerebrales. Hoy las investigaciones se centran en técnicas novedosas de los efectos de la música como estrategia alternativa para tratar la ansiedad, depresión, insomnio y es una herramienta eficaz en cuidados paliativos, es decir, para aliviar el dolor al enfrentar enfermedades crónicas y el proceso de morir.
La reconocida especialista en musicoterapia Sandra Schvetz está convencida que un tratamiento oportuno y no tardío como suele registrarse cotidianamente, puede marcar diferencia para el paciente y sus familiares.
“Cuando el paciente nos llega unos días antes (de morir), nos llega tarde, abordamos desde la musicoterapia el trabajo del duelo. A veces cuando nos llega tarde el paciente no tiene mucho tiempo para despedirse de su familia, entonces hacemos una anticipación de duelo en el encuadre terapéutico de la musicoterapia. Yo propongo crear una melodía que identifica al paciente que va a morir, ya cuando está muerto trabajas el duelo (con la familia) una semana después o en el primer aniversario”, comenta.
¿Cómo se logra la audioanalgesia?
“La música se cataloga por megahertz. Frecuencias entre 450 a 900 megahertz son las canciones que tienen un impacto neurobiológico, un desarrollo en la mejora contra el dolor a nivel crónico, depresión, ansiedad. En enfermedades neurodegenerativas, se ha visto que esas frecuencias, hay una respuesta adecuada… No puedo decir que una canción equivale a AINE: paracetamol, diclofenaco. Mucho tiene que ver que las canciones, las melodías generan endorfinas, que son moléculas que el propio cerebro secreta para tratar de mitigar el dolor. La musicoterapia tiene un impacto real, efectivo en el manejo del dolor”, detalla Ángel Francisco Domínguez, médico residente del Hospital General de Occidente.
Al impartir el Taller Musicoterapia Clínica en Cuidados Paliativos, hace unos días en la capital tapatía, la musicoterapeuta, profesora de Música y escritora con posgrado en Cuidados Paliativos Oncológicos, Sandra Schvetz mostró la eficacia de la musicoterapia para despedir al paciente B, un pequeñito con cáncer. Los efectos de la música no solo ayudaron al enfermo terminal, también se aportó paz emocional a su madre:
“Me dijo: ‘Sandra pongo en sus manos al niño’. El paciente estaba en inducción. Todo el equipo (médico) lloraba, al ver realmente que el sistema nervioso del niño cambió. Ese instante de segundos, se relajó a un nivel impresionante. Estos tres minutos de canto le dio a ese niño, paz enorme. El niño fallece. Música, mimos, apapachos al niño por parte de su madre. Ese espacio de musicoterapia le permitió a esa madre estar diferente. Y era una mujer reacia a la música, a cantar, y ese es el mejor regalo que le pudo dar al niño”.
Por su parte, el anestesiólogo, algólogo y experto en terapia paliativa, Guillermo Aréchiga subraya que al concientizarse todo el equipo médico, los familiares y el mismo paciente lo que la música puede significar en el nivel de sedación y aporte a la salud, se puede lograr una transformación en el ambiente hospitalario, aunque se sepa que el paciente morirá.
“La explicación es que en la acción expulsiva del aire, que llamamos exhalación, existe un nivel de nervios que se conoce como freno vagal, que nos permite calmar a la mente, calmar la angustia asociada al dolor y experimentar en el momento un alivio del dolor. Los más incrédulos somos los médicos, pero cuando lo experimentas en carne propia comprendes que en la corteza cerebral y las áreas asociadas al placer existen zonas de recompensa. Hice el ejercicio porque me dolía una rodilla, y, ¡sorpresa, hay alivio del dolor!”, reconoció.
La musicoterapia es recordarnos las herramientas que tiene el cuerpo humano para autoregularse aún al enfrentar dolor crónico, y que se habían olvidado cuando la medicina se tornó más científica, que humana.
“Es un recordatorio de esas prácticas, que antes que hubiera morfina, lo hacían nuestros antepasados. Es una comunicación energética. Qué interesante esa capacidad del cuerpo humano, que ahora se evidencia científicamente, como si trajéramos al recuerdo de todas las veces que hemos practicado las canciones de cuna para calmar y dormir a los niños, o el sana, sana, colita de rana… Algunos hablamos de sonidos de la naturaleza, música barroca, clásica, newage o hasta reggaetón, lo que estamos hablando es que en esta gran universalidad de elementos, los pacientes, los médicos, somos presa de la sonoridad que nos analgesia, nos emociona, nos hace feliz”, finalizó el experto en cuidados paliativos y dolor neuropático.
No hay un censo formal de musicoterapeutas en México
Texto: Adriana Luna / Foto: Cortesía Ernesto López Mota
Patricia Garcia de Quevedo
julio 6, 2024 at 5:50 pm
La mejor DIGNIDAD y gran cantidad de energía que se les puede otorgar a los pacientitos en fases terminales es grandiosa.La EMPATIA y RESILENCIA don los grandes artífices en sus cuerpos cansados y desgastados por su enfermedad.Dios Bendiga a todos los ahí implicados para su ayuda y compañía
Adriana
septiembre 28, 2024 at 11:25 am
Así sea. Una bendición a quienes tienen la oportunidad de despedir vidas con gran empatía. Gracias por su lectura.