En el municipio de San Pedro Tlaquepaque vive una familia de artesanos que se ha hecho famosa en el mundo por su calidad y paciencia al fabricar calaveras de todos tamaños para los festejos del Día de Muertos, se trata de Los Catedral.
La herencia familiar como ‘moneros de barro’ se desconoce cuando inició, pero se sabe que José Catedral Nava quedó huérfano cuando era niño, quizás para sobrevivir se hizo artesano. Se casó y engendró a su hijo Enrique, le heredó la tradición artesanal, lo mismo sucedió con su nieto Tomás. Esa riqueza cultural heredada tiene casi cien años.
“Soy la tercera generación de artesanos. Me siento muy orgulloso de ser de Tlaquepaque y pertenecer a la familia Catedral y haber recibido esta herencia artesanal. Todo lo que hacemos con nuestras manos lo hacemos con amor. Nosotros hacemos catrinas, xoloitzcuintles, el gato guardián”, nos comenta Tomás Catedral.
Don José murió recientemente, pero logró ver la transición de los monitos pequeños a la fabricación de las calaveras gigantes de la familia Catedral que adornan hoteles y restaurantes en distintas ciudades del mundo.
Sus artesanías están presentes en los altares a los seres queridos que han partido al más allá. Las tradiciones prehispánicas, por ejemplo, la labor de los animales en el cuidado de las almas, se respetan.
“La gente me comenzó a pedir conejos, perros, de todo, me obligaron a innovar. Entonces pensé voy a hacer gatitos pero vestidos elegantes para la fiesta del Día de Muertos. Todo tiene su significado, el gato guardián es el que cuida tu alma. Mucha gente no sabe el significado, yo investigué en libros prehispánicos la labor de los gatos. Todas las piezas que hacemos son de barro para que se lleven parte de uno, porque lo hacemos con amor”.
Las catrinas ¿por qué es una mujer elegante, pero al mismo tiempo coqueta?
“La catrina es mujer, es la muerte. Es elegante porque todos al encontrarnos con la muerte vestimos nuestras mejores ropas. Se les nombró Catrinas porque es una muerte celebrada ¿cómo vas? ¡Bien vestido! Cuando nos morimos siempre nos ponen las mejores galas. Para allá vamos todos. Nacimos encuerados y nos vamos bien vestidos, es la tradición mexicana. Por eso, las catrinas significan muchísimo para nosotros”.
La primera catrina de exportación que hizo fue para unos españoles, fue pequeña porque no podían cargarla en el avión sin que se estropeara. Ahora Tomás se ha vuelto “El Catrín” de las Catrinas porque sus famosas artesanías se venden incluso antes de que estén terminadas. Antes del Día de Muertos sus catrinas comienzan a viajar por el mundo.
“Todavía no las termino y ya las están esperando, las últimas que hice se las llevaron a Michoacán donde la cultura del Día de Muertos es al cien por ciento, igual en Aguascalientes. Tengo muchos clientes de restaurantes. La catrina más grande que he hecho mide 3 metros, hecha de papel maché, en esa dilaté dos semanas por la experiencia que tengo. Esa se fue a Mexicali por paquetería. Pero, la primera vez que hice una, mi papá me retó, duré un mes y medio para hacerla. Ahora me pongo retos para fabricarla porque el cliente ya me la está pidiendo”.
El artesano está consciente que su conocimiento debe transmitirse a las siguientes generaciones, con la tradición ancestral pero al mismo tiempo con innovación.
“No deja de ser tradición porque lo hacemos a mano y no queremos que se pierda el conocimiento. Las catrinas las hacemos de tamaño real y de papel maché”.
¿Por qué además de catrinas siguen fabricando gatos y perros sin pelo? En la cultura prehispánica de los mexicas, el dios Xolotl era el amo y señor de la muerte. Los perros sagrados eran los xoloitzcuintles, cumplían con la función de ayudar a pasar almas en lo más profundo y caudaloso de la tierra de los muertos. Eran los perros guías durante el tránsito por el Mictlán.
Texto y fotos: Adriana Luna