“Gracias por estar conmigo, pero me estás haciendo daño, te tienes que ir”, le dijo Georgina a su seno izquierdo antes de que éste le fuera extirpado por diagnóstico: cáncer de mama.
Fue un momento traumático porque en breve lapso, en su familia hubo tres personas enfermas de cáncer, tres generaciones. Su madre Antonia fue diagnosticada con un agresivo cáncer de páncreas, ella fue informada de que padecía cáncer de seno, y su hija también fue diagnosticada del mismo padecimiento casi de forma simultánea. No había ninguna herencia genética.
“No nos habíamos sacado la lotería, pero sí nos había tocado el cáncer a las tres”.
Antonia murió rápidamente, cuando le detectaron el cáncer ya había hecho metástasis por doquier. Georgina fue su cuidadora principal, sin saber que posteriormente sería diagnosticada con cáncer de seno y someterse a un tratamiento que incluyó varias sesiones de quimioterapia. Su hija fue afortunada, su diagnóstico oportuno le permitió sobrevivir al cáncer. Ella no había tenido ningún síntoma, sólo había acompañado a su madre para una revisión de rutina y aprovechó para el chequeo. ¡Eso le salvó la vida!
Georgina y su hija enfrentaron la enfermedad en plena pandemia: “Yo le tenía más miedo al COVID que al cáncer por todas las muertes de personas cercanas que había visto. No salía (a la calle), solamente iba al hospital a las citas médicas y las quimioterapias, nunca usé un turbante, siempre iba sin cabello accesorios y aretes”, nos comentó Gina.
La actitud positiva le ayudó a sacar fuerza donde no sabía que existía. Ahí comprendió que la enfermedad de su madre, la había fortalecido para lo que se venía.
“No soy un seno, soy Georgina, con seno o sin seno, con cabello o sin cabello. Para empezar tienes que aceptar la enfermedad, que no es tuya porque no naces con ella. A mí vida llegó la enfermedad, pero no es mía, no me pertenece.. Antes de que se extirpara el seno, me despedí de él, le dije: ‘gracias por estar conmigo, ya no me estás funcionando, me estás haciendo daño, ¡te tienes que ir!’. A partir de ahí acepté y comencé a vivir. Sabía que se me iba a caer el cabello, pero lo iba a recuperar. Todo lo voy a recuperar, menos el seno, porque no quiero. No deseo la reconstrucción, no lo necesito, no ando por el mundo enseñando las bubbies. Yo prefiero estar aquí, estar bien, no me importa estar sin un seno. Simplemente trato de vivir y disfrutar mi día a día”.
Su familia fue fundamental, su hija le rapó el pelo. Sentían una solidaridad y unión indescriptible. Además, durante las quimioterapias la empatía de Georgina y su liderazgo comenzó a crear una unión fraterna entre las pacientes que acudían al Instituto de Cancerología. De pronto, decenas de mujeres que combatían la enfermedad hicieron una sola fuerza.
“El grupo comenzó con la pacientita que estaba a mi lado durante mi primera quimioterapia y luego la que estaba sentada enfrente, así poco a poco nos fuimos integrando durante las ocho quimioterapias. Al día de hoy, ya somos 50 mujeres”
“Soy una paciente con cáncer, pero hay mujeres que aún sin cáncer tienen muchos problemas fuertes en la vida y salen adelante. Entonces platicando con Alejandro Barbosa (director de Nariz Roja) supe que estaba planeando una campaña contra el cáncer e iba a hacer unas playeras. Me preguntó ¿qué palabra quieres que tenga? Yo respondí: ‘Chingonas’ (ríe). Somos mamás, esposas, abuelas, mujeres, trabajadoras, somos chingonas y aún con la enfermedad sacamos adelante a una familia, entonces ¡somos chingonas! De ahí comenzó a conocerse así al grupo, que originalmente era Unidas por siempre”.
Georgina hasta hace bromas del padecimiento, se presenta como una ‘mujer despechada’ y se divierte con la reacción del receptor, hasta que le explica con una amplia sonrisa que tuvo una mastectomía (le fue extirpado el seno).
‘Unidas por siempre’ o ‘Mujeres Chingonas’ como se ha hecho popular esta hermandad, participan activamente con la Asociación Civil Nariz Roja que ayuda a los niños que padecen cáncer. Todos juntos crearon una red de apoyo para hacer rifas, vender productos y demás con el fin de conseguir medicamentos o tratamiento médico. También se apapachan entre todas con tratamientos de belleza y masaje para reducir el estrés que trae consigo la enfermedad.
Georgina hace un llamado a todas las mujeres sean jóvenes o mayores a tocarse para poder detectar a tiempo cualquier protuberancia en el seno. “Por favor, chécate. Acude a tu examen de rutina para prevenir o detectar a tiempo el cáncer. El mejor regalo que puedes hacerte como mujer: tu chequeo anual”.
Texto: Adriana Luna