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¡La Luz del Cabañas!

¡La Luz del Cabañas!
En 213 años el Hospicio Cabañas ha recibido a miles de infantes abandonados o por estar en medio de algún juicio familiar por abuso, violencia o abandono.

En 213 años el Hospicio Cabañas ha recibido a miles de infantes abandonados o por estar en medio de algún juicio familiar por abuso, violencia o abandono.

Luz era una bebé cuando llegó al Hospicio Cabañas. Ella todos los días anhela ser adoptada. Ya han transcurrido casi seis décadas y sigue esperando. Son miles los niños que han sido cobijados por familias diversas, pero ella permanece. No entiende el motivo.

Con cabellos ya plateados en su cabeza, esta mujer todas las mañanas barre el patio principal del ahora llamado Hogar Cabañas ubicado en el cruce de Mariano Otero y López Mateos en Guadalajara. Mientras hace sus quehaceres se pone a cantar música ranchera. Ella tiene perfectamente claro que debe ayudar en la casa, pero todavía no se percata que se ha convertido en la hermana y hasta en la madre de muchos niños que van de paso, algunos regresan con sus familias naturales y otros más son adoptados. Todos la recuerdan con cariño.

Los años transcurren, pero ella no se da cuenta porque su edad mental es de una niña de 9 años, pero su cuerpo físico tiene 58 años de edad. Pero recuerda todos los detalles de la casa grande (edificio hoy Patrimonio de la Humanidad, declaración de la UNESCO).

“Es la residente más longeva que tiene el Hogar Cabañas”, nos explica la directora
Rebeca Melgar Chávez.

Cuando habla de Luz, lo hace con mucho cariño y está consciente de que ella es quien sabe más de la historia del Cabañas en todas las administraciones que han pasado durante seis décadas , “ella es la que conoce todos los rincones y ha vivido todos los cambios”.

Luz está orgullosa de todo lo que ha aprendido en su hogar. Está lista para comenzar a trabajar afuera para ganar su propio dinero, asegura: “sé barrer y trapear, lavar trastes, tender camas, lavar ropa, sacudir”.

Cuando se le pregunta dónde aprendió todas esas labores domésticas, con orgullo responde “en el otro hospicio”.

Luz acude a la clase de música y aprende a hacer arreglos florales. La eterna niña del Cabañas también saca su carácter y no se detiene si algún muchachito o personal del hogar intenta pasarse de listo con ella, de inmediato le pone un alto. “No se deja de nadie”, subraya Rebeca Melgar.

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