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Encontrar voz propia

Todos nacemos con un propósito único. Somos mucho más que nuestras discapacidades, nuestras personalidades, nuestros problemas, miedos y enfermedades. Yo reto a todos a conectarnos siempre con nuestro ser interior. Descubre la mejor versión de tí mismo para que puedas tener una vida con significado, con gozo y con un propósito

Adriana Lozano, una niña sorda del oído derecho, para adaptarse a un mundo aprendió a leer los labios. La pequeña con cabello color dorado y discapacidad auditiva sacaba fuerza en todo momento para ser resiliente y adaptarse al mundo, buscando ser aceptada, crecer y madurar como cualquier otra persona. Ella logró estudiar y graduarse de la carrera de Negocios Internacionales. Sin embargo, en el 2014, enfrentaría una tragedia que la pondría de nuevo a prueba. Un día estaba bañándose, resbaló y cayó en el piso. Entonces era una mujer de 36 años de edad. Ahí comenzaron los problemas con su oído izquierdo, le diagnosticaron tinitus crónico, sufría vértigo constante, migraña, hiperacusia (hiper sensibilidad a los ruidos fuertes). Hasta hoy, no escucha las letras consonantes. 
 
Obviamente, cayó en una terrible depresión, ¡ya no veía la razón de vivir! ¡Cómo si la vida se empeñara en hacerla sufrir!
En medio de la peregrinación entre un médico y otro, se percató que existen millones de personas que padecen problemas auditivos. Entró a un mundo de soledad, mundo que para muchos es silencioso totalmente. Sin embargo, para ella significa vivir con un ruido constante en su mente.  En ocasiones, no le permite concentrarse para expresar sus pensamientos, sentimientos o emociones.
 
«Me quedé sorda completamente. Los doctores decían que no podían hacer nada al respecto. El problema es el zumbido (permanente) en la cabeza. Por la depresión, ¡me quise morir! Tuve momentos muy oscuros que no se los deseo a nadie. Pero cuando salí, me dije: ‘¡tengo que compartir esto!’. Sin miedo a mostrar mi vulnerabilidad ante el mundo. Escribí el libro que me hubiera gustado tener en mis manos, en mis momentos más difíciles».
 
Así fue como nació ‘La luz del silencio’. Un libro que fue escrito desde el corazón para emanar una luz que guíe a otros en el mundo de la soledad, el silencio y la discriminación.
 
«Para mí era como una responsabilidad compartir todo el proceso de búsqueda para encontrar resiliencia. El zumbido está ahí las 24 horas, es más fuerte que la voz humana, yo perdí la paz por siempre. Es como un efecto cigarra. Me desconcentra todo el tiempo, me impide dormir, sufro de insomnio, no entiendo con claridad cuando hablan otros».
 
Durante la pandemia de COVID-19, el generalizado uso de cubrebocas fue más retador para Adriana, más que incluso el mismo enclaustramiento. No ver los labios de las otras personas, le impedía la comunicación, ¡no podía leerlos!
 
«La pandemia nos dejó claro que hoy estamos y mañana no. Cualquier persona pasa por tragedias, nadie está exenta. ¡La vida no es fácil! Ese es el mensaje -que desea mandar-, puedes quedar como víctima todo el tiempo o cambiar tu mentalidad, renovar tu chip para salir adelante. Hacerse responsable, es un proceso que significa extraer la sabiduría
de nuestras experiencias de vida y encontrar el regalo oculto que hay. ¡Siempre hay un regalo! Al final, de eso se trata la vida, podemos verla como una tragedia o como una oportunidad para aprender y sacar lo mejor de nosotros mismos».
 
Lo cierto es que los sentidos del oído y la vista se van perdiendo en todo ser humano, al paso de los años. Sin embargo, hoy en un mundo hiperconectado, los jóvenes pasan muchas horas al día pegados a los audífonos y escuchando música a todo volumen. No cuidar los niveles de audio, está provocando que se dispare la discapacidad auditiva.
 
«No se imaginan la cantidad de niños que tienen discapacidad auditiva. Con la cantidad de tiempo que pasan con audífonos, hay muchísima pérdida auditiva en niños y jóvenes. Esto no es un ya me quedé sordo. ¡No! Es una discapacidad que viene acompañada de vértigo, tinitus. No sabes la cantidad de jóvenes que van a la discoteca y se paran junto a la bocina, ¡de pronto, le comienza un zumbido y ya no se le va a quitar nunca en su vida! No tenemos conciencia, creemos que nunca nos va a pasar, pero ¡sí pasa! En el mundo existen 466 millones de personas con pérdida auditiva discapacitante. De estos, 34 millones son niños. Se calcula que para el 2050, más de 900 millones de personas, o sea, una de cada diez, sufrirá pérdida de audición. ¡Es alarmante! Es una discapacidad olvidada».
 
¡Un milagro aleccionador!
 
Sin explicación médica, de un silencio total, Adriana pasó a percibir los sonidos, aunque con poco nivel. 
 
Recuperé un poco la audición, fue un milagro. Los doctores no lo comprenden, no saben cómo (sucedió). Por eso pensé, si Dios me hizo este milagro debo compartirlo con otros. La salida es la misma para toda persona que enfrenta un proceso de pérdida, para mí fue la audición y entrar al mundo del silencio, pero la salida es la misma para cualquier adversidad».
 
Cuando ella está hablando, de pronto cierra los ojos por unos segundos, como luchando consigo misma para lograr concentrarse, recuperar las ideas y retomar la conversación. 
 
«Ahora tengo muchos problemas de atención, de concentración. Me dedico a dar conferencias y siempre llevo apoyos visuales porque de pronto ya no sé. ¡Imagínate lo que es vivir con un ruido permanente, que no solo lo escucho, también lo siento. Es como una nube (en la cabeza), pero es dolorosa. Para la gente que está a tu alrededor, y aunque ya sabe mi padecimiento auditivo, es cansado. En mi casa nos decimos: ‘la familia repite’. Todo me lo tienen que repetir varias veces. Mis hijos adolescentes (cansados de repetir las cosas):’¡ya mamá, por favor!’. Y yo les digo: ‘mi amor, por favor, repítemelo. No escucho las consonantes’. El inglés, por ejemplo, es muy complicado. Yo doy muchos consejos de cómo tratar a las personas con discapacidad auditiva: ve a la cara, háblale siempre de frente, no grites y repite. ¡Ten compasión para repetir cuando la persona no escucha! Como es una discapacidad que no se ve (físicamente), la gente no tiene compasión».
 
Adriana se convirtió en conferencista buscando compartir con otros, su visión. Personas silentes o no, deben entrar a un mundo de inclusión. Ella quiere dispersar una luz de esperanza para las personas que sufren discapacidad auditiva, para sus familiares y para quienes le rodean. Se puede vencer la adversidad.
 
«Todos nacemos con un propósito único. Somos mucho más que nuestras discapacidades, nuestras personalidades, nuestros problemas, miedos y enfermedades. Yo reto a todos a conectarnos siempre con nuestro ser interior. Descubre la mejor versión de tí mismo para que puedas tener una vida con significado, con gozo y con un propósito».
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