“¡Despierten, hay un golpe de estado!”, con estas palabras la familia Canales que vivía cerca de Santiago de Chile, recibió aquel 11 de septiembre de 1973. El general militar Augusto Pinochet había obligado violentamente al presidente chileno Salvador Allende a dejar el poder. El niño Alejandro no sabía el significado de esas palabras, pero por el rostro de preocupación de su padre, se dio cuenta que era algo grave.
“Yo era un niño cuando el golpe de estado. Fueron años de mucha conmoción, movimiento y transformaciones. Cuando Allende gana yo tenía 10 años. Uno como niño se da cuenta que algo estaba pasando. Yo viví ese proceso de cambio. No éramos ajenos, hubo una política muy fuerte hacia los niños. Aquel famoso medio litro de leche para cada niño, el desayuno escolar por parte de Allende. Políticas de bienestar y de salud”, recuerda Alejandro Canales.
Alejandro Isidoro Canales
“El 11 de septiembre, el golpe, no entendía nada, pero sentía. Ver la cara de mi papá el día del golpe. Lo miré y me asusté. Su cara de susto, algo grave estaba pasando. Pensé: ¡está feo! La primera reacción que tuve fue tomar una libreta y comenzar a escribir lo que estaba pasando, la hora, los bandos, está pasando esto aquí y esto allá. Como niño sentía que debía dejar algo (escrito). Algo está pasando, algo muy grave, algo muy fuerte”, añadió.
En medio de lo árido de la dictadura, floreció el arte de la literatura y la música.
Alejandro Isidoro Canales
“Soy hijo de la dictadura. Aunque doloroso, para nosotros fue como un motor, crecimos viendo a los militares en nuestro entorno, cuidando nuestros colegios. Prohibido pensar, prohibido escribir. Crecimos con esa cultura de alto vuelo poético, de gran factura cultural, precisamente por eso ¡a fuerza! Impulsó tener grandes exponentes de la cultura en la música o en la poesía. Dos premios Nobel de literatura como Pablo Neruda y Gabriela Mistral. En la música, nuestros referentes máximos: Violeta Parra, Víctor Jara, Patricio Manns, Rolando Alarcón”, detalla Cristian De Rivera, nacido en 1970 en Chile, hoy cantautor.
La imagen crítica de Violeta Parra trascendió en el tiempo y el espacio, sin importar influencias políticas y artísticas.
“Había una mezcla rara de canto nuevo. Violeta Parra, muy querida. Mis papás vivían en un barrio del centro de Santiago y se abrieron los suburbios. Justo en el año que Violeta se suicidó y en la comuna era donde ella tenía su carpa. El alcalde dijo: no podemos dejar pasar esto. Y la primera calle que se abrió le puso su nombre. ¡Yo viví en la calle Violeta Parra! Para mí era la calle, mi casa y la señora que cantaba. Mucha gente de derecha vivía ahí, y le querían cambiar el nombre. Los demás decíamos que no, tras el golpe del estado no se le cambió el nombre nunca. El nombre era muy fuerte”, subraya Canales.
Tras la militarización del país, México se convierte en un refugio para miles de chilenos.
Cristian de Rivera
“A México le debemos mucho porque fue el primer país en abrirle las puertas al exilio. La familia del mismo presidente Salvador Allende fue recibida con brazos abiertos en México en 1973”, subraya Cristian.
Otros dejaron su país tiempo después, así le pasó a Alejandro cuando al termina su carrera de Economía (en 1984) se enfrentó a una falta de oportunidades por ser considerado ‘de izquierda’. ¡Estaba fichado! Decidió mudarse a México para estudiar un posgrado. Así llegó primero a Argentina y después al país azteca para estudiar una maestría en el Colegio de México y después comenzó a trabajar en la UNAM.
“Somos chilenos-mexicanos. No puedo decir que soy más mexicano que chileno, porque eso es imposible. Pero uno lo lleva dentro, México es parte de uno. Soy un mexicano que no nació en México. Uno aprende a querer a este país. A México nunca lo vas a entender, hay que quererlo. Dejarse querer por México. Es un asunto de piel, ya que lo sientes, entiendes mil cosas. ¡Siéntelo vívelo!”.
Para él fue fácil hacer su piel mexicana porque recuerda que en el campo chileno, él junto con su padre escuchaban música mexicana, los corridos de Los Tigres del Norte y veían películas de ‘El Piporro’.
Cristian de Rivera
50 años después del golpe de estado, muchos chilenos que vivieron aquella lucha ya fallecieron, otros se volvieron residentes de otros países y algunos regresaron a Chile. Alejandro Canales vive en la capital tapatía, es maestro de Economía en la Universidad de Guadalajara; mientras que Cristian De Rivera es artista y presidente de la Asociación de Chilenos en Jalisco. Concuerdan que el mes de Septiembre lo viven en bipolaridad, por un lado el dolor, pero por otro, la algarabía democrática, y en medio, la fiesta de Independencia de México, que también consideran su país. Aunque no olvidan esa cicatriz del golpe chileno, que todavía duele.
“La herida está abierta. Septiembre es un mes de mucha conflictividad en Chile. Hay una fractura en Chile, que no se ha resuelto. El golpe de estado resolvió y logró gobernar por imposición militar. Luego los años de transición, fue una concesión de los grupos democráticos a la dictadura. Pero no hubo justicia, no hubo juicio a los torturadores, a los militares que estuvieron en las desapariciones, no hubo juicio a Pinochet. Se mantiene la impunidad. Ahora mismo la derecha sigue justificando el golpe, echando la culpa a Allende, aunque han salido cantidad de documentos diciendo que Estados Unidos y la derecha iban a dar el golpe. Mil cosas que no están resueltas”, dice Canales.
Este mes de septiembre chilenos y mexicanos suelen gritar en festejo: ¡Viva Chile! ¡Viva México!
Texto: Adriana Luna