Connect with us

Hi, what are you looking for?

Noticias

La sabiduría es un arte

Cuando nació José Antonio, con prematurez, a los siete meses de gestación, los médicos dieron un panorama sombrío. En contraste, para sorpresa de todos, su garra y talento le llevaron a ser la primera persona con discapacidad en titularse con el doctorado en Gestión Cultural, en la Universidad de Guadalajara.

Cuando nació José Antonio, con prematurez, a los siete meses de gestación, los médicos dieron un panorama sombrío. En contraste, para sorpresa de todos, su garra y talento le llevaron a ser la primera persona con discapacidad en titularse con el doctorado en Gestión Cultural, en la Universidad de Guadalajara.

La familia Olivo Valencia esperaba el nacimiento de su tercer miembro; inesperadamente, la fecha del parto se adelantó. El neonato tenía tan sólo siete meses de gestación y le faltó oxígeno al nacer. Los médicos utilizaron fórceps en la intervención, lo que en conjunto ocasionó un daño cerebral. Se comenzaron a notar diferencias al observar que, a la edad en que los niños normalmente empiezan a gatear, José Antonio no lo hacía como suelen hacerlo instintivamente. Él se arrastraba y no lograba mover las manos ni los pies de forma espontánea, lo que evidenció la necesidad de enseñarle esta habilidad. Con el tiempo, se diagnosticó que el niño creció con PCI (parálisis cerebral infantil), epilepsia, desregulación sensorial, TDA (trastorno por déficit de atención), distrofia muscular en extremidades inferiores, escoliosis, entre otras condiciones.

Sus padres, María del Socorro y Antonio, ambos profesores de educación básica, se preocuparon porque desde su tierna infancia recibiera atención médica multidisciplinaria. También fue sometido a varias cirugías en sus piernas para que pudiera pararse erguido y caminar.

“De acuerdo a los doctores, hubo decisiones en el parto que evitaron una PCI (parálisis cerebral) más avanzada; es multifactorial: progenitores jóvenes, la estructura genética las decisiones de la doctora en el parto… Ahora entiendo por qué la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad indica atender cada caso en particular, porque cada uno tiene características y necesidades específicas. Centrarse en las capacidades de la persona”, nos explica José Antonio Olivo Valencia.

En el hogar, sus dos hermanas mayores y un hermano menor, junto con sus progenitores y su abuela, de forma natural e instintiva, se encargaron de la estimulación temprana; nunca lo trataron con diferencia. Eso obligó al niño a adentrarse en la cultura del esfuerzo y asumir su propia responsabilidad en cada una de sus decisiones.

“Me trataban como un hijo más; si no lograba hacer algo, me estimulaban para trabajar más… Convulsionaba mucho; el neurólogo explicó que el cerebro, con el crecimiento, sigue moviéndose y generando redes de aprendizaje, conexiones neuronales. Pero, cuando el cerebro tiene una cicatriz o una lesión, ciertas redes neuronales tienen corto circuito, por así decirlo… Se me olvidaban mucho las cosas; me costó mucho trabajo agarrar el lápiz y no presionarlo tanto, que tuviera fluidez al escribir, también identificar entre la D y B. Me costaba trabajo hasta aprender a bajar un escalón. En realidad, me costó mucho trabajo todo lo que pareciera que se aprende de forma natural”.

José Antonio forjó su carácter, aprendió a tomar sus propias decisiones e identificó prontamente las consecuencias de las buenas y malas acciones.

“El proceso de aprendizaje de los seres humanos es algo que ocurre en solitario. ¿Qué fue lo que se ocasionó? Comenzó a estimularse la resiliencia y la creatividad, que sí era una fortaleza. Cuando fui a una escuela para personas con discapacidad, una escuela especial, me dormí (risas), por eso mis padres decidieron que me desarrollara en una escuela regular. Mi abuela María Luisa, ‘Licha’, estimuló mucho el autoconocimiento. No fui a guardería; ella estimuló la autoconciencia y reflexión, la disciplina y la observación activa. ¡Soy muy observador! Mi mamá tenía muchos libros de lenguaje corporal, no verbal”.

Vio la inteligencia emocional abundante tanto en su madre como en su abuela, entonces las características de su personalidad afloraron; por otro lado, era sensible, inclinado hacia el arte, la música, la oratoria y subversivo como su padre.

“Mi abuela tuvo 11 hijos, con mucha experiencia en la crianza. Era muy metódica y observadora. Tanto ella como mis padres se centraron no en lo que no podía, sino en cómo aprendía. Mi abuela me tomaba de los brazos y me ayudaba a pararme derecho. Me trataba y hablaba como un adulto normal. Yo conocía la diferencia entre el bien y el mal, perfectamente. Lo que es correcto y lo que no es”.

Finalmente, la familia decidió llevarse a José Antonio y a su hermano Alberto a la escuela con ellos, pero cada uno en distinto salón para que no dependieran uno del otro. Tenían que desarrollarse de forma individual con sus talentos y capacidades. Aunque para las travesuras sí hacían equipo a la perfección.

“Mi hermano es un ser humano brillante, su capacidad intelectual y de retención. Es muy capaz y también es noble. Con conciencia social, como mi mamá y con la agudeza y el rigor de mi papá. ¡Una persona así la tengo al lado! ¡Yo quiero ser así! Con ese ejemplo a seguir, lo que se empezó a desarrollar fueron las habilidades ejecutivas, objetividad, cambio de comportamiento para llegar al objetivo, organización, planeación, evaluación, estrategia. Y júntalo con la creatividad. Además, fuimos educados con mucha solidaridad. Todos esos estímulos generaron neuroplasticidad”.

En primaria, secundaria y preparatoria estaban en el mismo plantel. José Antonio sí enfrentó bullying, por ejemplo, recuerda que le aventaban ciruelas y le inventaban canciones peyorativas; cuando lo platicó en casa como respuesta recibió: “son niños, quieren jugar contigo”. Así que comenzó a ver cómo podría ganarse la amistad de esos niños, al grado que algunos se volvieron sus mejores amigos y siguen frecuentándose hasta hoy.

Uno de los momentos más difíciles que ha vivido fue cuando atraído por la música y el canto, decidió formarse por horas para el casting de un programa televisivo de talentos; deleitó con su voz de tenor, pero en la prueba de baile enfrentó burlas. Ese coraje interno le ayudó a superarse y demostrarle al mundo su valía como persona, como profesional en la industria del arte y la cultura.

Cuando llegó el tiempo de la decisión de la carrera universitaria, José Antonio se decidió por la Licenciatura en Economía, aunque sin olvidar su pasión por el arte y la música. Ahí conoció al Dr. Carlos Curiel Gutiérrez y al Dr. José Héctor Cortés Fregoso, quienes se convirtieron en sus mentores no sólo académicos sino de vida. Se le abrió un universo de oportunidades.

“Éllos estaban en el Departamento de Métodos Cuantitativos y en la División de Economía. ¡Yo quiero ser como el Dr. Héctor Cortés Fregoso y el Dr. Carlos Curiel! hombres ilustres. Quería ser investigador, un hombre de arte, de cultura. Entonces pensé: el arte, la cultura salen de aquí, de la máxima casa de estudios”.

“Aprendí a realizar objetivos, terminé la maestría y me decidí a ir por el doctorado en Gestión de la Cultural. Mi objeto de estudio se centró en lo que yo soñaba ser: un artista. Ahora entiendo que, a las personas con discapacidad, a los artistas con discapacidad, les sigue pasando lo mismo que me pasó a mí en aquel casting”.

Después de conocer al Dr. Carlos Curiel y al Dr. Héctor Cortés Fregoso, conocí a una artista, a Patricia (Ica), quien un día se acercó a mí y me preguntó, en un tono un tanto desafiante: “¿y tú quién eres?”. Después de muchas conversaciones, me enseñó que es importante no olvidar quién eres y abrazar tu esencia. El arte no es algo de lo que te debas avergonzar. Me estimuló a abrazar el artista que llevo dentro y a no sentirme avergonzado por ser una persona con discapacidad, sino, a convertirlo en una fortaleza”.

En su tesis doctoral aborda el campo de la discapacidad en el arte, un ámbito no explorado ni documentado, por lo que su trabajo se volvió innovador, sorprendiendo a todos, incluso a él mismo.

“Lo innovador científicamente es que la tesis tiene una perspectiva económica. La economía de la discapacidad, concepto que dicen: inventé. (risas) Y abordé la participación de los agentes culturales; artistas, gestores culturales y público de personas con discapacidad, en el sistema económico-cultural, así como su participación en los mercados culturales. También analice el estado de las políticas culturales de estos agentes atípicos. No hay mucho al respecto documentado. El conocimiento te dice: te falta experiencia. Entré al doctorado queriendo saber mucho, y salgo pensando que soy un grano de arena en un mar de conocimiento (explica mientras abre sus ojos de emoción). Sales satisfecho, pero también pensando en más detalles que crees que hicieron falta. Ya tengo el doctorado, pero ser doctor no es sólo el título, es seguir produciendo”.

El Dr. José Antonio tiene parálisis cerebral, misma que es prácticamente imperceptible inicialmente por la fluidez de sus palabras y la brillantez de sus ideas. Camina con un bastón debido también a la escoliosis y distrofia en sus extremidades inferiores. Sin embargo, al escucharlo, el interlocutor se concentra en su rostro iluminado con una sonrisa, mientras él porta orgulloso un accesorio dorado al lado del corazón, prendido a su suéter color naranja: es el escudo de la Universidad de Guadalajara. ¿Cuál fue el motor que te lleva a alcanzar tus metas, tus sueños?

“Una de las cosas que me enseñó mi abuela y que me enseñó mi familia es que pedirle a alguien más allá de lo que puede dar, es sinónimo de creer en él”.

José Antonio no está satisfecho sólo con el doctorado; ahora lo mueve ser profesor investigador y promotor de políticas públicas inclusivas que ayuden a todas las personas con alguna discapacidad. Está convencido de que la misión de vida que tiene en esta esfera terrenal es ayudar a otros que lo necesitan. Y, claro que no ha renunciado a su meta como artista: hoy es músico, cantante de conservatorio, y tiene más fija que nunca la idea de grabar su producción musical. Pues, le ha demostrado al mundo que tiene la garra, la disciplina, la determinación, y el talento para lograr lo que se propone.

Texto: Adriana Luna / Foto: Adriana González

Agregar comentario

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te gustaría

Noticias

La moda revela que en México hay diversidad regional, coinciden empresarios vinculados a la industria de la moda y textiles, participantes en Intermoda. En...

Noticias

Las dudas existenciales, persistentes en la mente y corazón del hombre han estado presentes por siglos: ¿Existe Dios? ¿hay razón para vivir? ¿cómo se...

Noticias

Con las redes sociales, las personas tienen una vida virtual muy activa, disfrutando a miles de amigos, aunque en su realidad permanezcan cada uno...

Noticias

La fe no es posesión de todos, dicen las Sagradas Escrituras. Una persona puede ser despojada de su patrimonio y su salud, pero si...