Magdaleno Martínez Vázquez aprendió la música indígena como herencia generacional. El municipio de Tuxpan, Jalisco, es considerado el ‘pueblo de la fiesta eterna’. La Danza de los Sonajeros data del Siglo XVI, una tradición indígena que sobrevivió a la conquista española y que se enseña de padres a hijos.
Esta música y la danza, en realidad es parte de un ritual de guerra, que hacían los clanes. Cada cuadrilla de sonajeros es integrada por dos piteros, los danzantes punteros y como aprendices están jóvenes y niños.
Así, observando, bailando, repitiendo cada paso, participando en la festividad anual se aprenden los movimientos que hace la tropa de combate por cada uno de los miembros del clan: los monos, el viejo, el apache y los ancianos tradicionales que transmiten los secretos ancestrales de aquellos gritos de batalla y los sonidos de la sonaja.
Los instrumentos autóctonos siguen siendo los tradicionales y sirven no sólo para hacer música, por ejemplo, el palo de la sonaja se vuelve también el mazo de pelea. Cada uno de ellos es elaborado por el mismo músico: la flauta de carrizo, el tambor, la sonaja.
Todos los elementos prehispánicos, los atuendos, instrumentos musicales, rituales, música, danza, comida, se conservan como tradición familiar, herencia cultural. Los sones de los sonajeros conservan los ritmos, cambio de compás, giros melódicos, todo en su conjunto son los originales de sus antepasados, un mensaje, una tradición que sobrevivió al mestizaje colonial y al avance de la tecnología actual.
En Tuxpan, Jalisco con la llegada de los españoles se adoptó la imagen de San Sebastián, como el santo patrono de la comunidad. El protector de las epidemias mortales como la del cólera y la viruela. Todos los pobladores lo veneran, lo celebran con música, danza y comida.
“Para mí, es un orgullo pertenecer a la Danza de los Sonajeros de Tuxpan. Fue la primera en danzas autóctonas que ganó reconocimiento en la Ciudad de México, en el Palacio de Bellas Artes. Nuestra danza está registrada como patrimonio cultural de México. Entonces para nosotros es un orgullo cultural”, nos comentó su hijo, hoy maestro de música tradicional Daniel Martínez Alcaraz.
Los hijos de Don Magdaleno que continúan con el legado de la Danza de Sonajeros Arribeños con la música original ancestral son: Cándido, Daniel, Guillermo, Alejandro y Guillermo Juan.
Más que buscar un reconocimiento internacional como patrimonio de la humanidad, lo que quiere la familia Martínez es que se reconozca, aunque sea post-mortem, todo el esfuerzo que hizo su patriarca para enseñar esa música a la comunidad indígena de Tuxpan y que no muriera el legado ancestral. El maestro Magdaleno falleció víctima de Covid-19 en el año 2020.
“Queremos que sea como un homenaje, porque cuando él falleció estábamos en plena pandemia. No tuvimos la oportunidad de poder hacerle un homenaje por su trayectoria. No se le dio reconocimiento (a su labor en vida). Estamos buscando la forma en que se le haga un homenaje como músico tradicional”, añadió.
“Nosotros seguimos con la misma danza. Sabemos que la cultura, la música, la tradición es también una forma de educar a los hijos, los valores, el respeto, la tolerancia. Son muchos valores los que entran por medio de la danza y se transmite a las generaciones”.
Los miembros de las comunidades indígenas Nahuas de Tuxpan año con año en el mes de noviembre realizan el Encuentro de Danzas Ancestrales nacionales e internacionales. Se contabilizan más de una treintena de grupos danzantes. El municipio recibe visitantes de todo el continente americano para deleitarse en una atmósfera mágica de gran hospitalidad. Antonio Vázquez Romero, presidente de la Unión de Comunidades Indígenas Nahuas de Tuxpan pidió la designación de un presupuesto anual para que este evento tradicional siga viviendo.
Rosario Alvarado Lozano, directora y fundadora de Alvarado Kaxan A.C., junto con Feliciana Flores Vázquez, vicepresidenta de la Unión de Comunidades Indígenas Nahuas de Tuxpan y José Armando Guzmán Hernández aprenden y enseñan las tradiciones gastronómicas prehispánicas para que no se pierdan entre las nuevas generaciones.
Texto: Adriana Luna / Fotos: Adriana Luna y Especial