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Por generaciones danzan para la virgen de Zapopan

Los pies sangrando y con el corazón danzando, más de 25 mil personas vistiendo atuendos típicos prehispánicos se reúnen en el Día del Danzante para encomendar sus sacrificios a La Generala de Zapopan. El costo de cada traje supera los 40 mil pesos, tan sólo el penacho llega a costar 20 mil por la calidad de las plumas de ave.

Los pies sangrando y con el corazón danzando, más de 25 mil personas vistiendo atuendos típicos prehispánicos se reúnen en el Día del Danzante para encomendar sus sacrificios a La Generala de Zapopan. El costo de cada traje supera los 40 mil pesos, tan sólo el penacho llega a costar 20 mil por la calidad de las plumas de ave.

Marisol Ramírez es fabricante de los vestuarios desde hace casi 30 años. Nos explica que los penachos llegan a costar hasta 20 mil pesos, dependiendo de la cantidad de plumas porque “es de muda y hay personas que recolectan plumas de fauna silvestre”.

Cuando las aves mudan su pluma desgastada por una nueva, hay familias que recolectan cada una. Es importante tanto el tamaño como la calidad. Ya con el traje fabricado, se intenta que no requiera de muchos cuidados especiales, se utiliza fibra sintética. Sin embargo, las plumas de los penachos y las faldas sí deben cuidarse de suciedad y de los ácaros, para ello se utilizan aceite, jabón y agua.

Jorge Alejandro pertenece al grupo Ritual Azteca, de los hermanos Juan, Abundio, Rosendo, Emeterio e Isela Plascencia de Guadalajara fundado en 1936.

“Comenzamos el trabajo desde una semana antes, pero el 11 de octubre comenzamos con el desvelo y danzamos. Es un cansancio feliz. Somos originarios de Guadalajara, pero recibimos a otros vienen de Ciudad de México, Querétaro, Guanajuato, de Estados Unidos y Canadá”, nos detalló.

Por otro lado, desde 1954 José Trinidad Mora fundó el grupo de danzantes Tolteca, de Guadalajara. Hoy la encomienda está en los hombros de Víctor López, tras el fallecimiento de su tío Pedro hace cinco años. Son siete generaciones de danzantes.

“Venimos como 60 danzantes de la zona de Oblatos. Sólo se requieren ganas y devoción para bailar a la virgen, que nos protege”, explicaron orgullosos. La mayoría de los miembros del grupo recuerdan que desde su tierna infancia comenzaron la tradición de la mano de sus padres.

Paulina, es integrante del grupo de danzantes Hermosa Luz del Sagrado Corazón de Jesús y lleva en su vientre a su neonata de nombre Michel que tiene ocho meses de gestación. Ella inculca en Paola su niña de dos años de edad, la tradición de danzar a la imagen de la virgen, ambas visten sus trajes prehispánicos. Su padre Rafael, de oficio pitero -fabricación de fajos y botas piteadas-, falleció recientemente por una enfermedad renal.

“He danzado desde que estaba chiquita, hace 20 años. Seguimos la tradición de mi padre y mi madre que tienen unos 40 años danzando. Mi hermana también danza y yo enseñando a mi hija la tradición. Hoy vine a pedir que me vaya bien en mi parto”, dijo entre lágrimas al recordar a su progenitor.

En la explanada de la Plaza Juan Pablo II en el corazón de Zapopan, frente a la Basílica, nos encontramos a Ignacio Damián y Mary de la Paz casi septuagenarios. Ella no era creyente, hasta que se casó hace medio siglo, de sus 14 embarazos, nacieron siete vivos y hoy cuentan con 25 nietos. No faltan a pesar de que Mary hoy llega en silla de ruedas luego de que en la pandemia le dio un derrame cerebral, pero no pide por su salud sino por la paz en todo hogar, especialmente donde duelen las desapariciones, comentó con tanta emoción, que no pudo evitar las lágrimas en sus ojos.

La Romería de la Virgen de Zapopan es una mezcla de las tradiciones prehispánicas con los ritos católicos adoptados en la evangelización del siglo XVI. Fray Antonio de Segovia trajo al Valle de Atemajac la imagen de 30 centímetros de altura hecha de caña de maíz por manos de indígenas michoacanos en 1530.

Texto y fotos:  Adriana Luna 

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