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El tesoro de Benito Santos

Un sonido que arrullaba al pequeño Benito era el que provenía de la máquina de coser, marca Singer, propiedad de su abuela materna. Él se acurrucaba cerca mientras ella trabajaba para mantener a su familia, integrada por 11 hijos, no tenía esposo, era viuda. La máquina era una posesión valiosa porque era la herramienta de trabajo.

Un sonido que arrullaba al pequeño Benito era el que provenía de la máquina de coser, marca Singer, propiedad de su abuela materna. Él se acurrucaba cerca mientras ella trabajaba para mantener a su familia, integrada por 11 hijos, no tenía esposo, era viuda. La máquina era una posesión valiosa porque era la herramienta de trabajo.

“Es una máquina que perteneció a mi abuela materna. Ella quedó viuda con 11 hijos. Yo me acuerdo mucho de mi abuela bordando. Ella bordaba vestidos para poder mantener a sus hijos. MI mamá tiene muchos recuerdos míos con la máquina. Recuerda que me ponía con los brazos cruzados en ella. (Cuando la abuelita murió) mis tíos decidieron heredarme esa máquina, decían que yo era la persona indicada y que la iba a cuidar. Es un recuerdo muy grato y fue mi primer contacto con la industria de la moda”, nos comentó el hoy famoso diseñador internacional, Benito Santos.

Por otro lado, el crecimiento del niño se medía con el tamaño de la máquina. Siempre estuvo ligado a ella. Benito veía que la gente acudía a la bordadora más talentosa si quería lucir impecable en los mejores eventos del pueblo Tepehuaje de Morelos, Jalisco.

Hoy el nombre de Benito Santos significa un referente en el mundo de la moda.  Pero, él no olvida su primer amor, su primer contacto con la industria que le cambió la vida. En su taller esa máquina Singer está colocada en un lugar estratégico, arriba, en la pared, lucen letras plateadas con su nombre como marca y a un costado hay rollos de tela brillosa junto con distintas prendas de diseño exclusivo.

Algunos de los vestidos de Benito Santos alcanzan casi el millón de pesos. Los diseños exclusivos se lucen con orgullo en importantes pasarelas, son portados por grandes personajes de la moda, el cine y el mundo artístico. Hasta la famosa muñeca Barbie y Miss Universo han portado sus diseños.

“El precio (de las prendas) es muy subjetivo, vendemos producto de calidad, el precio puede ser diferenciado. Depende también para qué público va dirigido tu vestuario. Tengo una línea comercial con vestidos que van entre los 3 a 6 mil pesos, pero también tengo diseños personalizados con otro tipo de manufactura y con algo muy exclusivo que es un patronaje individual, asesoría personalizada y confección sobre medida. Puedo tener vestidos desde los cien mil hasta los 900 mil pesos”.

A pesar de fama, Benito sigue siendo un hombre sencillo, siempre orgulloso de la tierra que le vio nacer.

“Creo que soy un hombre muy folklórico. Estoy muy orgulloso de ser mexicano, de mi identidad. Soy muy nacionalista. Tenemos una riqueza cultural muy grande en nuestro país. Ser mexicano es como una alegoría que llevo siempre dentro de mí, me permite estar tan activo y tan creativo todo el tiempo”.

Benito Santos desea que sus diseños los utilice todo el mundo sin importar condiciones sociales y sobre todo, que no importen las tallas de los cuerpos.

“Soy un hombre diverso. Soy un hombre de cuerpo grande También he entendido que si llegas a un lugar y no encuentras ropa para tu cuerpo, no está bien. ¿Qué quiero? Que la gente que compre ropa de Benito Santos, que sin excepción digan: ¡yo tengo ropa de Benito porque piensa en todos!”.

Texto y fotos Adriana Luna

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